Este blog tiene el propósito de compartir información y opiniones a la sociedad lagunera y a quienes en el país o fuera de México se interesen
por el delicado tema de las reservas de agua contenidas en el denominado "acuífero lagunero" ubicado en la región comprendida entre las colindancias de
los estados de Coahuila y Durango, mejor conocida como Región Lagunera.
Como antecedente general, vale decir
que la Región Lagunera se distinguió desde fines del siglo XIX por ser una región
apta para la producción agrícola dada la abundancia de agua proveída por las
avenidas del río Nazas. Durante la primera mitad del siglo veinte, la región
tuvo un desarrollo constante y prometedor basado principalmente en la
producción de algodón. El cultivo se realizaba con base en la llamada
"agua rodada", o sea, la procedente del río Nazas captada por la
presa Lázaro Cárdenas, agua que con el tiempo fue conducida mediante los
llamados "tajos" a toda el área de cultivo. La Laguna vivió su mejor
época de desarrollo y progreso hasta los años sesenta, pero más o menos a
partir de esas fechas empezaron a presentarse problemas con la comercialización
del algodón. Los precios internacionales estaban haciendo incosteable el
cultivo, lo que llevó a la quiebra a los productores e industriales dedicados a
dicha rama productiva, motor principal de la economía lagunera. La región se
vio afectada grandemente por lo que se pensó en la necesidad de buscar otras
alternativas que sustituyeran las actividades propias relacionadas con el
algodón. Ya para estas fechas se había iniciado la perforación de pozos
profundos cuyo fin era apuntalar la actividad agropecuaria.
Fue así como desde 1960 se planeó el
cambio de actividad agrícola para sustituirla por la actividad pecuaria
principalmente basada en la producción de leche vacuna aparejándola con su
industrialización. A la sazón se desató una fiebre por la perforación de pozos
profundos para apuntalar la recién iniciada producción pecuaria basada en la siembra de alfalfa, cultivo casi
indispensable para la producción de leche. Tan desbordado fue el entusiasmo por
extraer agua del subsuelo que causó alarma en ciertos sectores de la sociedad
lagunera, los que clamaban por un control efectivo de dicha extracción; fue tal
la presión social que el presidente Carlos Salinas de Gortari emitió el 12 de
agosto de 1991 un "Reglamento" que establecía el límite de extracción
de agua subterráneas en 600 millones de metros cúbicos anuales, es decir, el
volumen estimado de recarga anual del acuífero. Se establecía así un uso y
explotación racional del mismo. Este Reglamento sigue vigente según la Ley de
Aguas Nacionales.
Sin embargo, el reglamento jamás fue
respetado y hasta la fecha (2014), el volumen de agua extraída del acuífero lagunero es de más de 1,200 millones de metros cúbicos al año, lo que
equivale a casi el doble de la recarga natural. En otras palabras, durante los
últimos años el acuífero lagunero ha sido sobreexplotado sin misericordia
alguna, lo que ha dado lugar, por una parte, a una pérdida de más de 150 metros
del nivel freático en los últimos cincuenta años, y, por la otra, a que
actualmente los niveles de contaminación de arsénico y otros metales nocivos
para la salud humana están presentes en todos los sistemas de agua potable de
las ciudades y las comunidades rurales. En un alto porcentaje de pozos que
surten estos conglomerados humanos el contenido de arsénico rebasa por mucho la
norma internacional e incluso la norma mexicana, que es todavía más laxa.
Lo anterior apunta hacia un desastre
ecológico a presentarse en pocos años, lo que afectaría grandemente a toda una
región social y económica importante del país.
Pero, ¿cuál ha sido el papel jugado por
la llamada "autoridad del agua", en este caso la Comisión Nacional
del Agua (CONAGUA) denominada localmente como Cuencas Centrales del Norte? Su
papel ha sido lamentable, ya que no ha logrado detener la sobreexplotación.
Jamás ha logrado que el 100% de los concesionarios instalen el denominado "medidor volumétrico" que por ley se comprometen a instalar cuando se les otorga
la concesión. CONAGUA declara que sólo hay un determinado porcentaje de
medidores instalados, pero no existe personal que esté verificando si dichos
medidores se encuentran en operación y si el concesionario se está sujetando a
los volúmenes autorizados. No hay ningún registro al respecto. Tampoco hay un
registro confiable de las concesiones otorgadas. Tampoco conoce de la
existencia de pozos "ilegales" (piratas) que han sido denunciados aún
por productores agropecuarios.
Es tal el desbarajuste en Cuencas
Centrales del Norte que en octubre del 2003, el entonces director de esta
dependencia, Miguel Ángel Jurado, declaró que "el acuífero estaba
fuera de control", pero prometía someterlo al orden, lo que a la fecha no
ha sucedido a pesar de la misma promesa de los diferentes directores que han
pasado por esa dependencia en los años recientes.
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